lunes, 7 de marzo de 2016

A piano


Extraña es la sensación, la de saber que solo lo escuchas tú. Solo tú la sientes.

La canción. La nostalgia al reconocer melodías dentro de la recopilación.

El piano resuena a través de los cascos.

La línea marca el paso del tiempo, el transcurso de la reproducción avanza, hacia el final, ineludible.

Solo lo oyes tú. Solo tú la sientes.

La canción. La sensación de nostalgia que te embarga al reconocer las melodías de las canciones que no mucho tiempo atrás te entendían, igual que tú a ella, en tus peores momentos.

Y también la sensación de alegría que te invade al recordar todo lo que viviste mientras escuchabas esa canción, en otro momento, en otro lugar, en otra situación totalmente diferente.

Pero la misma sensación. El mismo sentimiento.

Sensación que te hace dejar todo lo que estas haciendo. Cerrar lo ojos. Recordar. Y recordar sin esfuerzo alguno, y con facilidad te vienen a la cabeza recuerdos.

Olas de sensaciones que ya has vivido y quieres conservar por siempre.

Y luego, cuando la canción llega a su fin y suenan las últimas notas. Esa tentación de volver a dar a play y que suene de nuevo. Pero no. Porque si lo hicieras, sabes que todo lo que has sentido dejaría de ser único. Y eso es lo que lo hace especial.

Es único.

Hasta dentro de un tiempo. Cuando las notas vuelvan a invadirte, y la extraña sensación se una de nuevo al bucle incontrolado que te vuelve a conquistar.

Hasta dar a play.

Hasta volver a dejarte llevar.

Recordar.

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